miércoles, 31 de agosto de 2011

Pequeños agresores

Yo tenía unos 10 años cuando sufrí el primer contacto con el bullying. Nos encontrábamos en el gimnasio de mi escuela Juan Vázquez de Coronado, todos mis amigos estábamos jugando una mejenga, mae, mae patee rápido que vienen de tras suyo, tire tire, playo rápido, goooooooool, eso Pedro así se hace vamos ganando; cuando de repente entraron otros niños un año mayor, pero mucho más grandes de estatura, se metieron con nosotros y empezaron a pegarnos. Basuras jalen de aquí que este espacio es nuestro, no queremos niñitas jugando en un campo de hombres, tienen dos segundos para que vallan a jugar muñequitas al otro patio, y si no sus narices lo pagaran a punta de patadas, eso hizo que mentalmente me provocara un pánico enorme por todo el cuerpo.
Nos amenazaron que si nos veían por la calle nos pegarían y más duro porque ya no estaríamos en la escuela, y todo esto sin ningún motivo, simplemente porque querían ir de macabrillas, era la chusma de la escuela y de mi barrio en Agua Caliente de Cartago. Atemorizado esquivé a esos niños y llegué a pasarme 1 mes encerrado en casa sin salir. Pedro baje a almorzar, me grito mi madre, sentado a la mesa con un plato de arroz, frijoles y un buen pedazo de pollo frito empecé a comer, tenemos que hablar, dijo Teresa mi madre, que paso ma, yo no he hecho nada malo le respondí, eso es lo que me preocupa Pedrito, tienes un mes entero encerrado aquí en la casa, ya no sales a jugar como antes, no mami es que ahora prefiero quedarme estudiando y viendo tele, ha!, y si juego con el play que me compraron, logre esquivar la pregunta de mi madre, no me parece muy bueno que estés todo el día aquí sólo en la casa, porque no mejor invita a sus amigos y así no estás sólo todo en santo día?, está bien ma, yo voy a invitar a mis compas de la escuela pero tranquis que no me pasa nada nada.      
Cuando me pasaban a buscar mis amigos les decía que tenía que estudiar, o que iba a salir a hacer mandados con mi mamá y que regresaba tarde. ¿Qué querían tus amigos amor?, pregunto mi mamá, nada ma, sólo querían saber si ya había hecho la tarea de mate y ciencias, pero les dije que la estaba haciendo y que no la había terminado. En ese mes me las ingenie de una forma muy ágil para poder mentirle a mis amigos y mi mamá.   
Al día siguiente me prepararon una trampa diciéndome qué solo querían enseñarme en un minuto un juego, ven Pedro no seas así vamos rápido y te enseñamos un nuevo juego que aprendimos, te prometemos que sólo vamos a durar un minuto o un poquito más, no seas rata vamos, yo salí y me llevaron a dar una vuelta, no salí más de 30 minutos alegando que tenía que estudiar, pero durante esa vuelta confieso que sentía un pánico enorme por si me volvía a encontrar con alguno de esos niños que hace 1 mes nos habían amenazado.
Recuerdo cómo se me contraía el estómago, las ganas de orinar y cagarme en los pantalones estaban a punto de suceder, y el miedo que sentía al andar por la calle, paso por paso el pánico de que me viera alguno de ellos y que me amenazara o me cogiera del cuello no se hacía esperar, ya mi mente estaba como mecanizada para salir corriendo en caso de una catástrofe.
No llegaron ninguna vez a pegarme en la escuela, ni siquiera me hicieron daño, pero cuando me los topaba corría o me escondía para que no pudieran hacerme daño nunca. Pero todo lo que hacían, por poco que fuese hacía que tuviera un terror psicológico que me hizo estar deprimido durante ese meses. Me sentía triste y abandonado, solo tenía ganas de llegar a casa y encerrarme en mi habitación. Muchas noches las lagrimas acariciaban mi mejilla, para luego empapar la almohada de gotitas saladas que brotaban desde lo más adentro de mi ser,  y si deseaba coger un libro para poder intentar fortalecer mi cultura y mis conocimientos era completamente incapaz, no podía.
Para mí las clases eran un infierno, los minutos se convertían en horas, y las doras en días, que tormento es estudiar era lo que pensaba. No me pegaban, pero solo hacía falta que me amenazaran sin ningún sentido para que empezara el terror psicológico, pedía permiso algunas veces, porque solo al entrar al aula veía el niño que estaba sentado en mi pupitre esperándome para darme una paliza, yo me iba al baño y lloraba hasta que se me pasaba y volvía a clases. Porque a mi si yo no he hecho nada para merecer esto, quien podrá ayudarme con estos matones, yo sólo no voy a poder quiero morirme y no regresar más a esta cochina escuela porque me van a pegar y me van a matar a golpes, eran mis pensamientos y mis sueños.  
Mis padres me veían sin sonrisa, ya que para mí la sonrisa era algo que no estaba en mi diccionario interno, y lo vieron muy claro cuando en una boda, estaba con mis primos por un momento, recordando que hacía dos meses atrás estaba contento y jugando con ellos, pero al poco tiempo me alejé, me senté en una sala dónde no había nadie, era la sala de un restaurante pero vacía con una decoración increíblemente bonita, con fuentes que lo hacían relajarse y unas luces con poca densidad que lo transportaban a uno a mundo de tranquilidad y confianza, que era lo que había perdido hace más de un mes.
Me quedé sentado en una silla comoda como el colchon de mi cama que conoce todos mis pesares y dificultades, pero como hace un mes triste, de vez en cuando desahogaba mis penas en un mar de lágrimas y así estuve algo más de 2 horas. Cuando mi madre me encontró se preocupo, que te está sucediendo Pedrito, ya esto no es normal, para mi tus comportamientos extraños provienen de la escuela, y como todo instinto maternal ella estaba en lo correcto, y fue a hablar con los profesores. Pese a que siguieron vigilándome recuerdo como alguno que otro profesor seguía tratándome mal o no le prestaban toda la atención que merecía ese caso.
Y así fue cómo aprobé cuarto de la escuela, a miles costos por los temores que padecí, pero mi director recomendó a mi madre que repitiera para ir mejor, pero que lo hiciera en otra escuela y más cercana a mi casa, lamento mucho lo sucedido doña Teresa, estamos en un proceso de capacitación para poder lidiar con este problema del bullying, pero lo mejor y lo más sano para Pedro será que lo cambie de escuela, a ver si así con otros niños pueda superar lo que sucedió, aunque por naturaleza los niños son a veces agresivos con sus compañeritos, fue lo que el director aconsejo a mi madre en ese momento. La decisión más absurda que había tomado alguien pero la acepté para ver si cambiando de compañeros dejaba de sufrir bullying.
Odiaba los lunes y lloraba por no ir a la escuela Mario Fernández Alfaro, la cual quedaba mucho más cerca de mi casa y era de más fácil acceso para viajar.
Cuando llegue a clases a la otra escuela en un pasillo a veces te tiraban en medio y todo el mundo empezaba a empujarte, darte patadas… Rezaba cada día para que no me tiraran a mí en medio. Empecé a desarrollar estrategias contra el bullying y pese a mi gran timidez fui consiguiéndolo. Imitaba a niños que cuando los molestaban reaccionaban de un modo que hacían que nadie más les molestara… Y después de una larga lucha de más de 1 año y medio conseguí que me dejaran en paz.
Cuando llegué a sexto grado de escuela era alguien muy respetado y con el que nadie se metía. Incluso uno de los niños que a veces me había pegado en  la escuela era mi mejor amigo en aquél entonces, y me respetaba cómo el que mandaba.
Será porque me hice respetar o porque los niños crecieron. La verdad es qué no lo sé, pero lo que si se es que literalmente del inglés, la palabra bully significa: matón o agresor, y no sé en estos momentos si de víctima, pase a ser torturador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario